Fue un alzamiento indígena de Perú (1780-1781). Los
tributos excesivos, la mita y los abusos de los corregidores fueron las
principales causas de una rebelión india que, en noviembre de 1780, estalló en
el valle del Tinta.
Durante ésta, el corregidor Arriaga fue apresado y
ejecutado por orden del cacique José Gabriel Condorcanqui, hijo del cacique
Miguel Condorcanqui y descendiente por línea materna de Túpac Amaru, el último
soberano inca, de quien adoptó el nombre. Túpac Amaru (Tungasuca, 1740-Cuzco,
1781) había sido educado en el colegio jesuita de San Francisco de Borja y se
dedicó a la arriería hasta que acaudilló la gran rebelión india que, en
seguida, se propagó por toda la sierra. Aunque su objetivo inicial fue luchar contra
los excesos y el mal gobierno de los españoles, no pudo evitar que la guerra se
convirtiera en racial. Al frente de una nutrida hueste y después de vencer a un
ejército de 1.200 españoles en Sangarará, Túpac Amaru no marchó sobre Cuzco
sino que regresó a su residencia de Tungasuca sin entrar en la ciudad; con ello
intentó facilitar una negociación de paz, ya que su objetivo no era la guerra
contra los españoles sino acabar con los excesos de los corregidores.
Esto permitió que los
españoles organizaran la resistencia y los rebeldes fueron vencidos el 8 de
enero de 1781 por el ejército enviado por el virrey Jáuregui y Aldecoa y, entre
el 5 y el 6 de abril, en Tinta, por las tropas del mariscal del Valle.
Perseguido por el general Ventura Landa en Tananico, fue hecho prisionero,
juzgado severamente y decapitado al fin, después de ser obligado a presenciar
el asesinato de toda su familia, el 18 de mayo de 1781. A pesar de la captura
de Túpac Amaru y de su familia, los españoles no lograron sofocar la rebelión,
que continuó acaudillada por su medio hermano Diego Cristóbal Túpac Amaru, al
tiempo que se extendía por el altiplano boliviano, la región de Jujuy y en el
Noroeste argentino. La fama de Túpac Amaru se extendió de tal forma que incluso
los indios sublevados en el llano de Casanare, en la región de Nueva Granada,
le proclamaron rey de América. Siguiendo los pasos de su antecesor, que había
intentado una solución pactada al conflicto, tras difíciles negociaciones, en
enero de 1782, el nuevo cacique inca consintió en deponer las armas con la
promesa española de indultar a los rebeldes y corregir la mala situación de los
indios. En 1783 las autoridades virreinales le apresaron y condenaron junto con
otros miembros de su familia. Las posteriores rebeliones criollas invocaron el
nombre de Túpac Amaru para obtener el apoyo de los indios
Publicar un comentario